VICTORIA POLEVA
(Kiev, Ucrania 1962)

Null  

(2004) – 1.ª audición – 18′

JEAN SIBELIUS
(Hämeenlinna, Finlandia 1865 – Järvenpää, Finlandia 1957)

Concierto para violín y orquesta en re menor, op. 47

(1903) – 31′

Allegro moderato
Adagio di molto
Allegro, ma non tanto

Nikita Boriso-Glebsky, violín

PAUSA 20′

EDWARD ELGAR
(Broadheath, Reino Unido 1857 – Worcester, Reino Unido 1934)

Variaciones enigma, op. 36

(1898-1899) – 29′

Enigma: Andante
Variations:
I. “C.A.E.” L’istesso tempo
II. “H.D.S.- P.” Allegro
III. “R.B.T.” Allegretto
IV. “W.M.B.” Allegro di molto
V. “R.P.A.” Moderato
VI. “Ysobel” Andantino
VII. “Troyte” Presto
VIII. “W.N.” Allegretto
IX. “Nimrod” Adagio
X. “Dorabella” – Intermezzo. Allegretto
XI. “G.R.S.” Allegro di molto
XII. “B.G.N.” Andante
XIII. “***” – Romanza. Moderato
XIV. “E.D.U.” – Finale. Allegro

ORQUESTRA SIMFÒNICA DE BARCELONA I NACIONAL DE CATALUNYA

Nikita Boriso-Glebsky, VIOLÍn

Marta GardoliŃska, DIRECCIÓn

PRIMEROS VIOLINES Kai Gleusteen*, concertino invitado / Liviu Morna*, concertino asociado invitado / Sarah Bels / Walter Ebenberger / Ana Isabel Galán / Natalia Mediavilla / Lev Mikhailovskii / Katia Novell / Jordi Salicrú / Aurora Zodieru-Luca / Paula Banciu* / Ana Kovacevic* / Octavi Martínez* / Laura Pastor* / Aria Marina Trigas* / Yulia Tsuranova* · SEGUNDOS VIOLINES Alexandra Presaizen, solista / Emil Bolozan, asistente / M. José Aznar / M. José Balaguer / Jana Brauninger / Clàudia Farrés / Alzy Kim / Melita Murgea / Robert Tomàs / Cristian Benito* / Sergey Maiboroda* / Sei Morishima* / Arturo Seijo* / Oleksandr Sora* · VIOLAS Anna Puig, solista / Alejandro Garrido*, asistente invitado / David Derrico / Josephine Fitzpatrick / Franck Heudiard / Sophie Lasnet / Miquel Serrahima / Jennifer Stahl / Andreas Süssmayr / Adrià Trulls / Johan Gregory Rondón* / Oreto Vayá* · VIOLONCHELOS Charles-Antoine Archambault, solista / José Mor, solista / Blai Bosser / Irene Cervera / Lourdes Duñó / Vincent Ellegiers / Jean-Baptiste Texier / Daniel Claret* / Elena Gómez* / Joan Rochet* · CONTRABAJOS Dmitry Smyshlyaev, asistente /  Jonathan Camps / Apostol Kosev / Josep Mensa / Matthew Nelson / Anna Cristina Grau* / Nenad Jovic* / Noemí Molinero* · FLAUTAS  Christian Farroni, asistente / Beatriz Cambrils / Ricardo Borrull, flautín · OBOES Dolors Chiralt, asistente / José Juan Pardo / Disa English, corno inglés · CLARINETES Josep Fuster, asistente / Francesc Navarro / Lluís Casanova*, clarinete en mi b / Alfons Reverté, clarinete bajo · FAGOTS Silvia Coricelli, solista / Noé Cantú / Thomas Greaves, asistente / Slawomir Krysmalski, contrafagot · TROMPAS Juan Conrado Garcia, asistente de solista / Joan Aragó / Pablo Marzal, asistente / Artur Jorge · TROMPETAS Mireia Farrés, solista / Adrián Moscardó / Andreu Moros* · TROMBONES Eusebio Sáez, solista / Juan González* / Gaspar Montesinos, asistente / Raúl García, trombón bajo · TUBA José Vicente Climent* · TIMBALES Marc Aixa*, solista invitado · PERCUSIÓN Joan Marc Pino, asistente / Juan Francisco Ruiz / Ignasi Vila / Miquel Àngel Martínez* / Roberto Oliveira* · ARPA Magdalena Barrera, solista

ENCARGADO DE ORQUESTA Walter Ebenberger  
RESPONSABLE DE DOCUMENTACIÓN MUSICAL Begoña Pérez
RESPONSABLE TÉCNICO Ignasi Valero
PERSONAL DE ESCENA Luís Hernández*

*Colaborador/a

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por Berta Coll i Bosch

Ausencias, enigmas, vacíos que llenar. Misterios sonoros. Armonías oscuras que nacen de la nada. Nos encontramos ante un programa en el que todo puede ser y dejar de ser. “No explicaré el enigma, debe quedar sin resolver”, señala Edward Elgar. “Música extrapersonal y atemporal, música que abarque todo el espacio del vacío estridente”, declara Victoria Poleva. “Cuando habla la calma, aparecen las criaturas espantosas del silencio eterno”, dice Jean Sibelius.

Los ecos apocalípticos de Null (2006) no derivan de la fantasía, sino de un arraigo profundo en la realidad. La compositora ucraniana Victoria Poleva (Kiev, 1962) se considera una “exploradora del mundo”; entiende la música como una búsqueda hacia los contornos invisibles de la experiencia, como un impulso que hace emerger las capas sagradas de la materia. El sonido y la espiritualidad son indisociables en la obra de Poleva, que desde 1990 ha tendido cada vez con más decisión hacia el minimalismo místico, una estética marcada por la música medieval y renacentista, la tradición ortodoxa y la contemplatio cristiana. Sin pertenecer a ninguna escuela ni cenáculo organizado, su religiosidad e inclinación hacia expresiones deliberadamente simples la aproximan a compositores como Arvo Pärt, Henryk Górecki, John Tavener y Pēteris Vasks. En Null, esta simplicidad desemboca en una imagen sinfónica que se expande a medida que se encadenan capas sonoras divergentes. La materialidad sonora es tan intensa que la obra pasa a ser un objeto casi palpable, con texturas propias de composiciones corales. Según Poleva, “esta obra ha sido un intento de crear música desde un lugar entre el ser y la nada, desde el punto primigenio del horror ontológico y la libertad fundamental; desde el vacío lleno de gérmenes de nuevos significados”. Pese a tratarse de una conexión fortuita, a día de hoy resulta difícil escuchar las tensiones armónicas de Null sin recordar la guerra de Ucrania, país natal de la compositora.

Jean Sibelius (1865-1957) es uno de los compositores más singulares del paso del siglo XIX al XX. Su universo creativo, fácilmente reconocible, lo ha convertido en un símbolo nacional de Finlandia. Sin embargo, sus primeras andaduras musicales fueron como estudiante de violín; por eso no es de extrañar que el Concierto para violín en re m op. 47 (1904) sea una obra técnicamente tan compleja, que pone a prueba incluso a los violinistas más virtuosos. Sibelius escribió otras obras para su instrumento de cabecera, como las Seis humorescas op. 87/89 pero es el único concierto que le dedicó. “Tengo unos temas maravillosos para el concierto de violín”, escribió en septiembre de 1899. Aunque en un principio lo iba a estrenar el violinista alemán Willy Burmester en Berlín, fue finalmente Victor Nováček quien, por razones económicas lo interpretó por primera vez en Helsinki. En vista de la mala acogida de la obra, Sibelius compuso en 1905 una segunda versión reducida y técnicamente menos complicada, que es la que se interpreta en la actualidad. Prácticamente desde el principio del allegro moderato inicial, el violín solista capitanea la orquesta e introduce un tema delicadamente oscuro que determina la energía del primer movimiento. Una escala ascendente de octavas rotas adelanta un tema heroico, que a su vez da paso a un adagio di molto de gran lirismo. Escrito en si bemol m, el segundo movimiento es formalmente menos libre y se halla suspendido en el tiempo. El allegro, ma non tanto final, más rítmico y ostinato, crea una atmósfera tempestuosa y al mismo tiempo resplandeciente. A pesar de que el violín domina el concierto, se trata de una obra de dimensiones marcadamente sinfónicas en la que la orquesta no se limita a acompañar, sino que dialoga, matiza y enriquece la parte solista.

Pocas obras musicales han dado pie a tantas investigaciones detectivescas como las Variaciones sobre un tema original o “Variaciones Enigma” op. 36 (1898-1899) de Edward Elgar. Pese a que las catorce variaciones van precedidas de un tema andante en sol m, el compositor dio a entender que, en realidad, se basaban en un tema secreto que no llegó a revelar jamás. “Con frecuencia, la conexión entre las variaciones y el tema inicial es una textura muy sutil; además, en todo el conjunto hay otro tema más grande que no se interpreta. El tema principal de la obra no aparece; como en La intrusa y Las siete princesas de Maurice Maeterlinck, el personaje principal nunca sale al escenario”. Se trata de un juego de pistas que aún sigue sin resolver. Por otra parte, Elgar bautizó las variaciones con nombres cifrados que aludían a amistades y conocidos suyos: “He etiquetado las variaciones con los sobrenombres de mis amigos; he escrito lo que creo que cada uno de ellos habría escrito si hubiesen sido lo bastante burros para componer”. Las trece primeras variaciones son retratos de personas que le rodeaban, desde su esposa hasta el pianista Hew David Steuart-Powell, el actor Richard Baxter Townshend y el terrateniente William Meath Baker. La última variación, titulada “E. D. U.”, es un autorretrato optimista, que eleva la figura del compositor.

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