KRZYSZTOF PENDERECKI
(Debica, Polonia 1933 – Cracovia 2020)

THRENODY TO THE VICTIMS OF HIROSHIMA

(Treno a las víctimas de Hiroshima) – (1960) – 10'



KAROL SZYMANOWSKI

(Tymoszówska, Ucrania 1882 – Lausana, Suiza 1937)

CONCIERTO PARA VIOLÍN Y ORQUESTA N.º 1, OP. 35

(1916) – 1.ª audición – 23'

En un movimiento

Bomsori, violín


PAUSA 20'


ARVO PÄRT
(Paide, Estonia 1935)

FRATRES

(Hermanos) – (1977, rev.1991) – 1.ª audición – 12'



ÍGOR STRAVINSKI

(San Petersburgo 1882 – Nueva York 1971)

SINFONÍA DE LOS SALMOS

(1930, rev. 1948) – 22'

Exaudi orationem meam (Salmo 38, versos 13 y 14)
Expectans expectavi Dominum (Salmo 39, versos 2, 3 y 4)
Laudate Dominum (Salmo 150)

Cor Madrigal

ORQUESTA SINFÓNICA DE BARCELONA Y NACIONAL DE CATALUÑA

BOMSORI, VIOLÍN

COR MADRIGAL (Decir. Pedro luce biosca)

MARTA GARDOLINSKA, DIRECCIÓN


PRIMEROS VIOLINOS Vlad Stanculeasa, concertino / Jaha Lee, concertino asociada / Pedro Rodríguez, asistente de concertino / María José Aznar / Walter Ebenberger / Natalia Mediavilla / Ana Galán / Katia Novell / María Pilar Pérez / Jordi Salicrú / Ana Kovacevic* / Laura Pastor* / Yulia Tsuranova* / Aria Trigas* SEGÚN VIOLINOS Emil Bolozan, asistente / Maria José Balaguer / Jana Brauninger / Claudia Farrés / Mireia Llorens / Melita Murgea / Josep Maria Plana / Robert Tomàs / Cristian Benito* / Andrea Duca* / Francisco Puche* / Clara Vázquez* VIOLES Benjamin Beck, solista / Josephine Fitzpatrick, asistente / Christine de Lacoste / David Derrico / Franck Heudiard / Sophie Lasnet / Miquel Serrahima / Jennifer Stahl / Johan Rondón* / Irene Argüello* VIOLONCHELOS Charles-Antoine Archambault, solista / Olga Manescu, asistente / Lourdes Duñó / Vincent Ellegiers / Marc Galobardes / Jean Baptiste Texier / Carla Conangla* / Yoobin Chung* / Elena Gómez* / Manuel Martínez del Fresno* CONTRABAJOS Christoph Rahn, solista / Jonathan Camps / Apóstol Kosev / Josep Mensa / Núria Casas* / Anna Grau* / Nenad Jovic* / José Luis Tovar* FLAUTAS Francisco López, solista / Beatriz Cambrils / Christian Farroni, asistente / Oihana Giménez* / Ricardo Borrull*, flautín  OBOES Rafael Muñoz, solista / José Juan Pardo / María José Meniz* / Pau Roca* / Disa English, corno inglés  CLARINETES Larry Passin, solista / Francisco Navarro / Josep Fuster, clarinete en mi bemol / Alfons Reverté, clarinete bajo  FAGOTS Silvia Coricelli, solista / Noé Cantú / Thomas Greaves,  asistente / Slawomir Krysmalski, contrafagot  TROMPAS Juan Manuel Gómez, solista / David Bonet / Juan Conrado García, asistente / Pablo Marzal / Artur Jorge* TROMPETAS Mireia Farrés, solista / Adrián Moscardó / Ángel Serrano, asistente / Miguel Herráez* / Andreu Moros* TROMBONES Eusebio Sáez, solista / Pablo Rodríguez* / Gaspar Montesinos, asistente / Faustino Núñez*, trombón bajo  TUBA Daniel Martínez* TIMBALES José Vicente Faus*, solista PERCUSIÓN Juan Francisco Ruiz / Ignacio Villa / Miguel Angel Martínez* / Roberto Oliveira* ARPA Magdalena Barrera, solista / Valentina Vatteroni*  PIANOS Nieves Estarellas * / Àlex Ramírez*

ENCARGADO DE ORQUESTA Walter Ebenberger  
RESPONSABLE DE DOCUMENTACIÓN MUSICAL Begoña Pérez
RESPONSABLE TÉCNICO Ignacio Valero
PERSONAL DE ESCENA Luis Hernández *

* Colaborador/a

COMENTARIO

por Diego Civilotti

Espiritualidades después de Dios

Cuando la música de Ígor Stravinski recibía mayor aceptación y giraba su mirada hacia el pasado, escribió la Sinfonía de los Salmos, un fresco sinfónico-coral compuesto, como indica la dedicatoria, “a la gloria de Dios”. Dentro de su catálogo se sitúa en el periodo intermedio, neoclásico: una de las formas que adoptó su clasicismo nuevo, pero sobre todo moderno, que pretendía recuperar principios formales reguladores. Valores que entonces tenían que ver con los discursos en torno a “lo clásico”: el rigor, la pureza, el hieratismo. El propio uso del latín genera una distancia, y mediante la orquesta —excluyendo violines, violas y clarinetes— se opta por una sonoridad austera pero rotunda. Se cumple con ello el ideal que defendía Stravinski en su Poética músical: “espesar no es fortalecer”.

La particular espiritualidad que se desprende de ella viene determinada por el texto y la planificación narrativa. Encontramos una espiritualidad grandilocuente en el primer movimiento, sobre el salmo 28: una plegaria a Dios para que escuche nuestros ruegos. Le sigue un entramado contrapuntístico que, desde el tema expuesto por el oboe con reminiscencias a la Ofrenda musical de Bach, crece pasando por distintas atmósferas emocionales. La serenidad se alcanza en los extremos inicial y final del último movimiento, sobre el último salmo del Libro de los salmos: lejos de complejidades rítmicas o contrapuntísticas, un sencillo y emotivo canto de alabanza capaz de proyectar imágenes que saltan del pentagrama.

La profunda personalidad de la música de Karol Szymanowski alcanza su madurez en obras como su Sinfonía n.º 3 y su Concierto para violín n.º 1, contemporáneo de aquella. El punto de inflexión para Szymanowski es el descubrimiento de la vanguardia francesa, en aspectos como el detallismo de la orquestación o un lenguaje armónico en las fronteras de la tonalidad. El primero de sus dos conciertos para violín nos permite apreciar la riqueza de su lenguaje orquestal, con influencias que hunden sus raíces en el siglo anterior. Una partitura dedicada al violinista Paweł Kochański, faro para el compositor polaco, que le permitió explorar la riqueza del instrumento. Junto a ella, la inspiración de un poema de Tadeusz Miciński (Noche de mayo) sobre Pan, la deidad pastoral griega. Orientalismo, espiritualidades lejanas y opulencia lírica se dan la mano en una partitura formalmente audaz en su época, pero muy bien recibida. El lirismo del violín, al que Szymanowski hace encaramar hasta las notas más agudas de su registro, llega a su apogeo al final del vertiginoso Vivace assai, que desembocará en una cadencia de gran virtuosismo: un movimiento capaz de crear una atmósfera poética de elevación mágica.

El treno es un canto fúnebre ya presente en los rituales de la Antigua Grecia. Más allá del título y la referencia extramusical, Treno a las ‎víctimas de Hiroshima pertenece a una etapa de exploración tímbrica, como antes Anaklasis o después sus dos primeros cuartetos de cuerda, que significó la carta de presentación internacional de Krzysztof Penderecki en un contexto proclive a la experimentación. La imaginación sonora, la fuerza dramática de su obra y su tratamiento innovador de la cuerda se dan la mano en esta pieza, para ampliar la gama de sonoridades y las posibilidades expresivas mediante una gran riqueza de color y dinámicas. Con una abigarrada superposición de sonidos, la obra arranca con un agresivo clúster en las notas agudas, y un crescendo que, tras un murmullo de la orquesta mediante sonoridades inusuales, desemboca en la zozobra y la indeterminación que se dilata en el tiempo. Quizás escuchemos, condicionados por el título, una clara referencia a Hiroshima, e incluso identifiquemos los aviones amenazantes sobre la ciudad. Lo cierto es que se añadió el título a posteriori, pero es innegable la desolación que transmite esta música, de complejidad sonora y sencillez formal.

Diferente es la espiritualidad en Arvo Pärt, partiendo de un espíritu contemplativo que se nutre de la repetición. Fratres ofrece una música desnuda que no agrede y apenas interpela: suspende todo discurso o desarrollo y nos ofrece un envoltorio sonoro desde los primeros compases, en los que nuestro oído puede descansar sobre un largo pedal. Una espiritualidad hecha de rudimentos y texturas ligeras, que parece perseguir la disolución del yo desde el recogimiento monacal. El nihilismo es la otra cara de la visión beatífica.

La referencia religiosa ha ofrecido puntos de referencia, cuando la tradición de la música se diluye en un sinfín de expresiones; así ha ocurrido en el “fin de los estilos” como eclosiona en la música de Stravinski o Szymanowski, pero también en el ecumenismo espiritual posmoderno de Penderecki y Pärt. La espiritualidad de la música respira lejos de la omnipresencia sonora actual, cuando ejerce, en muchas ocasiones, de estupefaciente. Recordando la jerarquía de los ángeles, Stravinski escribió que “quien está en lo más alto solo puede articular una sílaba”. La espiritualidad, expresada de muchas maneras, finalmente se reduce a la revelación del sonido, tan íntimo como misterioso.

LETRAS

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