RAQUEL GARCÍA-TOMÁS
(Barcelona, España 1984)

Las constelaciones que más brillan

(2023) – Estrena mundial, obra encargo de L’Auditori – 10’

MAURICE RAVEL
(Ciboure, Francia 1875 – París, Francia 1937)

Shéhérazade

Tres poemas para canto y orquesta

(1903) – 19’

Asie
La flûte enchantée
L’indifférent

Fleur Barron, mezzosoprano

PAUSA 20’

MAURICE RAVEL

Pavana para una infanta difunta

(1899) – 6’

XAVIER MONTSALVATGE
(Girona, España 1912 – Barcelona, España 2002)

Cinco canciones negras

para mezzosoprano y orquesta

(1949) – 14’

Cuba dentro de un piano
Punto de Habanera
Chévere
Canción de cuna para dormir a un negrito
Canto negro

Fleur Barron, mezzosoprano

MAURICE RAVEL

Daphnis et Chloé

Suite n.º 2

(1909-1912) – 16’

Lever du jour
Pantomime
Danse générale

ORQUESTRA SIMFÒNICA DE BARCELONA I NACIONAL DE CATALUNYA

fleur barron, mezzosoprano

ludovic morlot, dirección

PRIMEROS VIOLINES Vlad Stanculeasa, concertino / Jaha Lee, concertino asociada / Sarah Bels / Walter Ebenberger / Ana Galán / Natalia Mediavilla / Lev Mikhailovskii / Katia Novell / Ivan Percevic / Jordi Salicrú / Aurora Zodieru-Luca / Ana Kovacevic* / Octavi Martínez* / Sei Morishima* / Neus Navarrete* / Laura Pastor* · SEGUNDOS VIOLINES Alexandra Presaizen, solista / Emil Bolozan, asistente / María José Balaguer / Jana Brauninger / Clàudia Farrés / Alzy Kim / Melita Murgea / Josep Maria Plana / Robert Tomàs / Paula Banciu* / Francesc Puche* / Arturo Seijo* / Oleksandr Sora* / Aria Marina Trigas* · VIOLAS Anna Puig solista / Milena Simovic*, asistente invitada / Christine de Lacoste / David Derrico / Josephine Fitzpatrick / Frank Heudiard / Sophie Lasnet / Miquel Serrahima / Jennifer Stahl / Andreas Süssmayr / Adrià Trulls / Oreto Vayá* · VIOLONCHELOS  Charles-Antoine Archambault, solista / José Mor, solista / Blai Bosser / Irene Cervera / Lourdes Duñó / Vincent Ellegiers / Jean-Baptiste Texier / Daniel Claret* / Carla Conangla* / Joan Rochet* · CONTRABAJOS Christoph Rahn, solista / Dmitri Smyshlyaev, asistente / Jonathan Camps / Apostol Kosev / Matthew Nelson / Anna Cristina Grau* / Nenad Jovic* / Salvador Morera* · FLAUTAS  Francisco López, solista / Beatriz Cambrils / Christian Farroni, asistente / Ricardo Borrull, flautín · OBOES José Juan Pardo / Dolors Chiralt, asistente / Disa English, corno inglés · CLARINETES Gonzalo Esteban*, solista invitado / M. Carmen García* / Alfons Reverté, clarinete bajo / Lluís Casanova*, clarinete en mi b · FAGOTS Silvia Coricelli, solista / Noé Cantú / Thomas Greaves, asistente / Slawomir Krysmalski, contrafagot · TROMPAS  Juan Manuel Gómez, solista / Joan Aragó / Juan Conrado Garcia, asistente solista / Pablo Marzal, asistente / Artur Jorge · TROMPETAS Mireia Farrés, solista / Adrián Moscardó / Ángel Serrano, asistente / Andreu Moros* · TROMBONES Eusebio Sáez, solista / Vicent Pérez / Gaspar Montesinos, asistente /  Raúl García, trombón bajo · TUBA Daniel Martínez · TIMBALES Juan Antonio Martín*, solista · PERCUSIÓN Joan Marc Pino, solista / Juan Francisco Ruiz / Ignasi Vila / Francisco Amado* / José Luís Carreres* / Miquel Àngel Martínez / Roberto Oliveira* / Manuel Roda* · ARPA Magdalena Barrera, solista / Teresa Espuny* · CELESTA Emeline Archambault*

Este fin de semana Josep Maria Plana, violinista de la Orquesta, tocará sus últimos conciertos en L’Auditori.
Músico de la Orquesta desde el año 1987, queremos agradecerle su dedicación durante todos estos años y desearle una buena y merecida jubilación.

ENCARGADO DE ORQUESTA Walter Ebenberger
RESPONSABLE DE DOCUMENTACIÓN MUSICAL Begoña Pérez  
RESPONSABLE TÉCNICO Ignasi Valero  
PERSONAL DE ESCENA Luís Hernández*

*Colaborador/a

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por Eva Sandoval

En francés

Los rasgos más definitorios de la estética asociada al nuevo mundo sonoro que se generó en Francia en los primeros años del s. XX (lenguaje modal, densas armonías, refinamiento dinámico, diseños arpegiados, tiempo suspendido, carácter onírico…) están muy presentes en el lenguaje de los tres autores convocados en este concierto sinfónico. Esa influencia se palpa ya en la primera pieza, Las constelaciones que más brillan (2023), partitura de estreno nacida comoresultado de un encargo de L’Auditori a Raquel García-Tomás (n. 1984). La compositora barcelonesa, Premio Nacional de Música en 2020, se la ha dedicado al ilustrador y cineasta Pere Ginard. Las constelaciones que más brillan establece un diálogo con la obra homónima del artista mallorquín incluida en su Libro de maravillas: inventario ilustrado de casi todas las cosas vivas, muertas o imaginadas (2023), ilustración dedicada, a su vez, a García-Tomás. En la imagen se ordenan numerosos diseños geométricos en forma de agrupaciones de estrellas que, visualmente, generan una sensación de estatismo y movimiento a la vez. De forma paralela, el discurso musical de García-Tomás pone en valor lo etéreo, lo inalterable, lo iridiscente y lo sutil. Estamos ante una obra construida para potenciar la textura y el timbre del conjunto de la masa orquestal. En palabras de la propia autora:

“Esta composición se sumerge en la exploración de la impermanencia a través de distintos elementos musicales. Desde el inicio, las ‘constelaciones de notas agudas’ flotan suspendidas en un espacio sonoro que juega con frecuencias graves distantes. En este contexto, destacan resonancias periódicas que contribuyen a la continuidad, mientras elementos tímbricos y motivos inesperados tiñen una experiencia sonora que evoca un palpable sentido de extrañamiento. La estructura climática de la obra se distingue por cambios lentos e imperceptibles, pero consistentes. Este ascenso progresivo y gradual infunde en la composición una dinámica que invita a los oyentes a sumergirse en un espacio de transformación constante”.

A Maurice Ravel (1875-1937) le encantaba viajar de forma real y metafórica. De ahí que lo exótico impregne buena parte de su obra. El ciclo de tres canciones para mezzosoprano y orquesta Shéhérazade (1903) tiene su origen en el proyecto frustrado de escribir una ópera sobre Las mil y una noches. El poeta francés Tristan Klingsor, perteneciente como Ravel a la Sociedad de los Apaches, había publicado en 1903 un volumen de poemas simbolistas bajo el título de Shéhérazade. Ravel escogió tres de ellos, poniendo de manifiesto lo que él mismo reconocía: « Aquí cedí de nuevo a la profunda atracción que Oriente siempre ha producido en mí desde la infancia». En “Asia”, sobre los estereotipos de la fascinación oriental, el viaje empieza con la melodía inicial del oboe que da comienzo a la más exuberante e intensa de las canciones. De forma misteriosa se presenta La flûte enchantée (La flauta encantada), introducida por un solo de este instrumento que deambula continuamente alrededor del estático y casi hipnótico canto de una esclava prisionera. Por último, en L’indifférent (El indiferente), sobre la ambigüedad sexual de un joven muchacho, reinan las armonías voluptuosas que envuelven la suplicante y melancólica línea vocal.

Una de las muchas piezas de inspiración española de Ravel, nacido en el País Vasco francés, es la célebre Pavane pour une infante défunte (Pavana para una infanta difunta), que el compositor escribió para piano solo en 1899, con 24 años, y que dedicó a la princesa Edmond de Polignac. Debido a la gran popularidad que alcanzó tras su estreno por parte del pianista español Ricardo Viñes, en 1910 Ravel orquestó la obra otorgándole a la trompa la contenida y lánguida melodía en forma de arabesco que monopoliza temáticamente la pieza. Los pizzicati caminantes de las cuerdas, los sugerentes arpegios del arpa y los apuntes de los instrumentos de viento de madera redondean una partitura que, a través de una revisitación de la pavana renacentista, evocaría una elegante recepción en una corte real española atemporal.

El primer éxito internacional del catalán Xavier Montsalvatge (1912-2002) le llegó de la mano de las Cinco canciones negras (1945)que escribió en origen para soprano o mezzosoprano y piano, y que orquestó en 1949. Este ciclo marca el inicio del período calificado como “antillanismo”, en el que el compositor va dejando atrás la influencia francesa anterior. Con un carácter seudofolclórico, estas canciones caminan entre el universo antillano y la habanera colonial y catalana. El conocimiento que el autor tenía de la realidad americana era aún muy difuso, y estaba fundamentado en la poesía y en las habaneras que cantaban los pescadores y los marinos. La más extensa y libre de las cinco, “Cuba dentro de un piano”, pone en música nostálgicos versos de Rafael Alberti sobre la pérdida de Cuba. Comienza en un estilo parlato que da paso al conocido ritmo de habanera y a giros españolistas. “Punto de habanera” pone en música un texto del afrocubano Néstor Luján sobre una joven criolla con un ritmo de guajira y juguetones cromatismos. Montsalvatge trata con lirismo tierno y dramático al mismo tiempo el oscuro texto de Nicolás Guillén en “Chévere”, vocablo que podría traducirse como “matón elegante”. Sin duda, la más famosa de la serie es la “Canción de cuna para dormir a un negrito”, en la que el autor reviste el dulce texto de Ildefonso Pereda Valdés con una suerte de nana habanera en la que podemos sentir el suave balanceo de una cuna. Por último, el “Canto negro” sobre texto de Guillén pone el broche al ciclo reivindicando la identidad racial africana en el Caribe. En palabras del propio Montsalvatge, la pieza suena a « ritmo fragoso combinado con una eufonía onomatopéyica a manera de típica rumba cubana que me permitía terminar el conjunto con brillantez vocal».

En 1909, año en el que los Ballets Rusos llegaron a París, el empresario Serguéi Diáguilev solicitó a Ravel una partitura para la leyenda griega de Dafnis y Cloe en la adaptación del bailarín y coreógrafo Michel Fokine a partir de la fábula original del novelista clásico Longo. Este encargo dio lugar tres años después a una de las partituras más sorprendentes y evocadoras de la historia del ballet: Daphnis et Chloé. Según el propio Ravel, « Mi intención al escribirlo era componer un vasto fresco musical en el que me preocupaba menos el arcaísmo que la fidelidad a la Grecia de mis sueños, que es la que los artistas franceses de finales del s. XVIII imaginaban y pintaban. La obra está construida sinfónicamente, según un estricto plan tonal y a partir de un pequeño número de motivos cuyo desarrollo asegura la homogeneidad de la música».

La historia nos traslada el descubrimiento del sentimiento del amor y del fenómeno de la atracción carnal por parte de dos jóvenes, un cabrero y una pastora, abandonados de niños, pero criados juntos por dos familias campesinas. A partir de esta ‘sinfonía coreográfica’, como la denominó el propio autor, Ravel extrajo dos suites con los fragmentos más destacados. La Suite n.º 2 de Daphnis et Chloé (1913) se ha convertido en la más popular en las salas de conciertos. Procede del tercer cuadro del ballet, y consta de tres secciones sin solución de continuidad. El icónico y sensual “Amanecer” explota la luminosidad de la celesta, las arpas, las flautas y los clarinetes, en combinación con el lirismo de las cuerdas en divisi para un tema de descriptivo perfil ascendente. En la “Pantomima” se recrean los amores de Pan y Siringa, de ahí que esta sección esté protagonizada por un ornamentado solo de flauta que hace referencia a la conversión mitológica de Siringa en flauta de caña por parte de Pan. Por último, la “Danza general” es una deslumbrante bacanal en la que, rodeados de jóvenes, se produce la unión de los amantes en un galope vertiginoso. Ígor Stravinski afirmó sobre este ballet: « No es solo el mejor trabajo de Ravel, sino uno de los productos más bellos de toda la música francesa».

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