BLOG · Cuestiones poliédricas

19/10/2023 – Oriol Pérez Treviño

Ocho años separan los nacimientos del veneciano Antonio Vivaldi(1678-1741) y del sajón Georg Friedrich Händel (1685-1759). Ocho años son una distancia de tiempo ciertamente escasa, pero parece que la diferencia entre estos dos adalides del último Barroco musical debemos buscarla en unos parámetros más relacionados con sus personalidades artísticas y las maneras de comprender el hecho musical. Quizás son estas personalidades las que más nos permiten explicar también la naturaleza de su fin. Vivaldi, como es sabido, en la miseria absoluta en la ciudad de Viena, malvendiendo manuscritos propios como, por ejemplo, y al parecer, el de su Gloria RV 589, que, a juicio de algún musicólogo , podía haber sido conocido por Mozart a tenor de la escritura mostrada en su Misa KV 427(1783). Muy diferente, en cambio, fue la muerte de Händel, que fue enterrado con toda la pomposidad en la Abadía de Westminster el 20 de abril de 1759 y, rápidamente, aclamado como uno de los mayores representantes de la música británica de todos los tiempos. Nada sabemos, en cambio, de dónde fue enterrado Vivaldi que, al igual que pasaría con Mozart medio siglo después, iría a parar a una fosa común. Si bien parece que la huella que la música de Vivaldi dejó sobre Mozart es sigilosa e hipotética, más reconocida fue la de Händel, como demuestra la orquestación mozartiana de obras como El Mesías, K. 572 (1789) y Acis und Galaea, KV 566 (1788), ambas comisionadas por el conocido Barón van Swieten (1733-1803).

La temática del mito de Galatea fue una de las preferidas de Händel, como demuestra el hecho de que la llegó a tratar en dos ocasiones. La última de éstas en 1718 y que Mozart reorquestaría setenta años después. Sin embargo, diez años antes, Händel, en 1708, ya la había tratado en forma de Serenata que nos lleva en medio del enigma que oculta siempre el mito. Y es que hay que decirlo lo antes posible. El mito no es una historia que sucedió en el pasado. Éste es de una naturaleza arquetípica que lo erige como un patrón que se va repitiendo a lo largo de la vida humana. Para comprender su esencialidad, es necesario integrarlo de una manera personal a través de nuestro yo más profundo. Con el objetivo de descifrar el enigma del mito, éste ha sido tratado, musicalmente, ya no sólo por Händel, sino también por Jean-Baptiste Lully(1632-1687), Antoni Lliteres (1673-1747), así como literariamente por Luis de Góngora (1561-1627) o, pictóricamente, por Raffaello Sanzio (1483-1520) y Salvador Dalí(1904-1989). Y es que la cuestión poliédrica en torno a este mito parece capciosa. ¿Qué se esconde detrás de la historia de los dos amantes, el pastor Acis y la ninfa Galatea? ¿Quién es, en realidad, el cíclope Polifemo que acabará matando a Acis con una pedrada por celos? ¿Qué significado puede emanar la transformación de la sangre de Acis en un río, Jaci, que está cerca de Sicilia?

Todas estas cuestiones son las que pueden surgir al final de una audición de la Serenata Acis, Galatea e Polifemo HWV 72 que, próximamente, se podrá escuchar en L'Auditori con la versión de Vísperas de Arnadí. Compuesta a partir de un libreto de Nicola Giuvo(1680-1748), asesor literario de Aurora Sanseverino(1669-1726), la duquesa de Laurenzana, que propició la composición de la obra de Händel para que se interpretara en Nápoles, el 19 de julio de 1708, como regalo de bodas para su sobrina, la obra se erigió como una de las obras más representativas de la conocida como en “etapa italiana” (1706-1710) de Händel. No es de extrañar, pues, que la fascinación por el mito de Acis y Galatea provocara al compositor de Halle la necesidad, diez años después, de volver a componer una obra nueva de arriba abajo sobre el mismo tema de forma similar que nos puede hacer recordar lo que Johann Sebastian Bach hizo con El clavecín templado, que después de haber compuesto un primer cuaderno, en 1722, en 1740 va decidir empezar a componer un nuevo volumen.

Georg Friedrich Händel – Aci, Galatea e Polifemo, HWV 72

Sabemos con seguridad que Händel y Bach nunca llegaron a conocerse personalmente, pero sí que lo acabaría haciendo el hijo mayor del Kantor de Leipzig Wilhelm Friedemann Bach (1710-1784), aunque desconocemos si Händel y Vivaldi se pusieron en contacto cuando el músico sajón se trasladó a la ciudad de los canales para presentar con gran éxito su ópera Agrippinaen el Teatro San Giovanni Grisostomo, el 26 de diciembre de 1709 , como inicio del Carnaval. ¿Inicio del carnaval en plena Navidad?

No es un error del cronista, sino la constatación de una realidad histórica, como fue que la ciudad de Venecia se convirtió en la ciudad del desenfreno y el libertinaje hasta el punto de que fue conocida como «el gran prostíbulo de Europa». Las consecuencias de esta realidad no se hicieron esperar y tuvieron que abrirse diferentes hospicios para los hijos no deseados como fruto de esta depravación sexual. Uno de esos hospicios fue el orfanato del Ospedale dellà Pietà que, al igual que otros ospedali venecianos, a partir del siglo XVII, empezaron a ser reconocidos por sus corazones y orquestas. Las llamadas figlie di coro de la Piedad constituyeron una orquesta importante que, en algunos momentos, llegó a los sesenta miembros. Antonio Vivaldi fue profesor desde diciembre de 1703 y, con los años, en 1711, fue nombrado maestro de capilla y, en 1716, maestro de conciertos. Pero, ¿cómo eran estas actuaciones? Para su reconstrucción podemos llevar a cabo diferentes operaciones. Una, por ejemplo, es acercarnos a testigos como el del filósofo ginebrino Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), que en sus Confesiones (1770) escribió :

«No tengo conocimiento de nada tan voluptuoso y emocionante como esa música; la riqueza del arte, el gusto exquisito de la parte vocal, la excelencia de las voces, la precisión en la ejecución, todo en estos deliciosos conciertos concurre para producir una impresión que ciertamente no es el modelo que se debe seguir, pero soy de la opinión de que ningún corazón escapa».

La otra es construir una orquesta constituida sólo por mujeres. Ésta es la fórmula que nos propone el maestro Jordi Savall. A través del proyecto Vivaldi Academia 2023, constituido sólo por instrumentistas femeninas, se ofrecerá el programa «La orquesta del Ospedale della Pietà», en el que se podrán escuchar tres conciertos vivaldianos (Il Proteo ósea Il mondo al rovescio RV 544, La tempesta di mare RV 253 y la Opus 3 n. 10 de la colección L'estro armonico) y las celebérrimas Le quattro stagioni, que son los cuatro primeros conciertos del opus 8 vivaldiano, Il cimento de la armonía y del invenzione (1725).

Jordi Savall & Le Concert des Nations –  La Tempesta di mare RV 433

Con la presencia de la recitadora Laura Aubert, nos podremos aproximar a una obra que ha hecho correr ríos de tinta en torno a la siempre polémica y espinosa cuestión de la música descriptiva. Si poliédrica es la cuestión del mito de Acis y Galatea, también lo es la que rodea a estos cuatro primeros conciertos y los sonetos poéticos que le acompañan. ¿Fueron escritos por Vivaldi antes o después de la composición musical? ¿Vivaldi, al componer la música de estos conciertos, pensaba en imágenes de la manifestación de la naturaleza en cada una de las estaciones o fue a posteriori cuando se dio cuenta de ciertas analogías y semejanzas? No es una cuestión muy fácil. Lo que sí sabemos es que una versión con la dirección de Jordi Savall nunca deja indiferente, y más cuando aún recordamos la espléndida interpretación que hizo del oratorio vivaldiano Juditha Triumphans en L'Auditori .

Antonio Vivaldi – Las cuatro estaciones
 Georg Friedrich Händel – Rinaldo, Lascia ch’io pianga

Oriol pérez Treviño

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