Las nueve sinfonías de Ludwig van Beethoven son una de las obras capitales de la música de todos los tiempos. Escritas entre 1799 y 1824, dejaron una influencia nunca vista en la música de su tiempo y supondrían la base en la que se fundamentaría la música sinfónica de los siglos XIX y XX.
El maestro Jordi Savall dirige por primera vez las nueve sinfonías de Beethoven en L’Auditori, un proyecto que se extenderá hasta la temporada 2020-21 y que comenzará el próximo viernes 7 de junio en la Sala 1 Pau Casals de L’Auditori con la interpretación de las Sinfonías n.º 1, 2 y 4.
Savall vuelve a la música de Beethoven 25 años después
En 1994, Jordi Savall registró la Tercera Sinfonía, conocida como Heroica (un álbum reeditado en 2016 por Alia Vox). Después de esta versión de gran color y dramatismo, considerada una de las interpretaciones más bellas que se han realizado con instrumentos de época, Beethoven ha quedado ausente de la discografía del maestro catalán.
Se trata pues, de un acontecimiento único para escuchar de forma pionera el redescubrimiento del romanticismo que rinde homenaje a la «revolución» beethoveniana con este primer concierto de las nueve sinfonías que se presentarán en cuatro conciertos durante 2019 y 2020.
Una interpretación basada en la recuperación histórica, el tempo y el discurso musical de Beethoven, que Jordi Savall y Le Concert des Nations nos proponen, para conmemorar los 250 años del nacimiento de uno de los genios más extraordinarios de la cultura musical europea.
Academia Beethoven 250 la integral de las sinfonías de Beethoven 2019-2020
El proyecto europeo Académie Beethoven 250, con motivo de la celebración del nacimiento de uno de los genios más extraordinarios de la cultura musical europea, llevará a cabo un trabajo de investigación y de interpretación sobre la integral de las 9 sinfonías repartidas en 4 grandes Academias.
2019
Primavera 1.ª Academia: Sinfonías 1, 2 y 4
Otoño 2.ª Academia: Sinfonías 3 y 5
2020
Primavera 3.ª Academia: Sinfonías 6 y 7
Otoño 4.ª Academia: Sinfonías 8 y 9
Este trabajo lo desarrollará un importante equipo dirigido por mí mismo y constituido por los mejores profesionales que actualmente están especializados en los instrumentos de época y el repertorio: el concertino Jakob Lehmann con la asistencia de nuestro concertino Manfredo Kraemer, junto con el núcleo central los músicos profesionales de Le Concert des Nations (¡que en 2019 celebrarán los 30 años de existencia!), enriquecido por la incorporación de los mejores jóvenes músicos profesionales de hoy, seleccionados en otoño de 2018 (para las Academias de 2019 ) y en primavera de 2019 (para las Academias de 2020). Sobre un total de 55 participantes, tendremos entre un 60 % y un 75 % de profesionales de Le Concert des Nations y entre un 25 % y un 30 % de jóvenes profesionales. La convocatoria de esta prueba para las diferentes Academias se hizo antes del verano de 2018.
Cada Academia se realizará en dos etapas de seis días:
•La primera, con clases magistrales y ensayos preparatorios.
•La segunda, un mes o 3 semanas más tarde, con el trabajo de ensayos finales.
Todo el trabajo de las Academias y las Clases magistrales se grabará (audio y vídeo) para ulteriores difusiones pedagógicas. Cada una de las Academias culminará con conciertos en salas y las instituciones colaboradoras serán coproductoras del proyecto. Por el momento contamos con: La Saline Royale d’Arc et Senans (lugar de residencia de la orquesta Le Concert des Nations), la Philharmonie de París, L’Auditori de Barcelona, la Fundación Centre Internacional de Música Antiga (de Barcelona), la Diputación de Barcelona, el Ayuntamiento de Barcelona y el Ayuntamiento de Sant Cugat del Vallès. Actualmente estamos negociando con otras instituciones europeas en Alemania, Austria, Portugal, Italia, Polonia y Hungría.
La difusión de los conciertos se hará no solo en las importantes salas mencionadas y para el público habitual, sino que también queremos presentar estos conciertos en los barrios, ciudades, teatros o espacios públicos a los que este tipo de música no llega nunca.
Estrategia y prioridades del proyecto
•Recuperación del Patrimonio musical europeo a través de la investigación y la interpretación renovada, realizada con instrumentos originales de la Orquesta del siglo XIX.
•Transmisión de una cultura musical, intangible pero esencial para las nuevas generaciones, gracias a más de 50 años de experiencia, de investigación y de reflexión musical.
•Circulación transnacional de obras maestras musicales.
•Movilidad transnacional de músicos profesionales y de jóvenes profesionales.
•Desarrollo de nuevos públicos (más jóvenes) en las salas importantes.
•Desarrollo también de otros públicos en nuevos emplazamientos marginales o poco utilizados.
•El valor añadido europeo se destaca por la gran diversidad nacional de los músicos que forman parte de la orquesta Le Concert de Nations (franceses, españoles, italianos, alemanes, belgas, portugueses, austriacos, holandeses, argentinos, etc.) y la difusión al mundo de un patrimonio musical esencialmente europeo como en este caso por las Sinfonías de Beethoven.
•Toda la acción pedagógica y de creación musical será difundida en línea y grabada y publicada en CD y DVD para obtener una máxima difusión.
•Realización de la interpretación de las 9 Sinfonías de Beethoven a partir de las informaciones del tempo, de la articulación, de la dinámica y del dominio de los instrumentos de la época que permitirán el descubrimiento de un Beethoven realmente «revolucionario».
Texto de Jordi Savall
Director artístico
L’esperit i els sentits (El espíritu y los sentidos)
La composición de la orquesta en tiempos de Beethoven
Históricamente, el sonido de la orquesta es el primer elemento a considerar en el difícil camino de acercamiento al universo musical de Beethoven. La importancia y la composición de las orquestas en la época de la Heroica son variables, ya que en Viena no encontramos a ninguna establecida oficialmente hasta 1840. En 1808, la orquesta del Theater an der Wien estaba compuesta por 12 violines, 4 violas, 3 violonchelos, 3 contrabajos, 2 flautas, 2 oboes, 2 clarinetes, 2 fagots, 2 cuernos, 2 trompetas y timbales, es decir un total de 35 músicos; mientras que las primeras interpretaciones de la Heroica estaban integradas por un número de músicos que variaba entre 30 (Palais Lobkowitz, Viena, 1804) y 56 (Festsaal, Universidad de Viena, 1808). En todo caso, la sonoridad y el equilibrio de aquellas orquestas eran muy diferentes de las actuales.
En resumen, podemos decir que las posibilidades técnicas y el timbre de los instrumentos correspondían, a grandes rasgos, a un período en lenta pero constante evolución, que tuvo sus orígenes en las formaciones barrocas y que posteriormente, en la segunda mitad del siglo XVIII, desembocó en una forma adoptada definitivamente como clásica (por ejemplo, la orquesta del Theater an der Wien, en 1808).
Conociendo sus deseos de perfección y de afán de progreso, se puede argumentar que Beethoven busca un ideal que sobrepasa las posibilidades de su tiempo, pero la realidad es que los instrumentos que conoció y por tanto utilizó, eran los que existían en la su época y precisamente esta limitación es la que manifiesta todo su genio y poder creativo. Su instrumentario sonoro no difiere demasiado del que tenían al alcance Haydn o Mozart, pero su fantasía y voluntad le llevaron a experimentar todas las combinaciones posibles de colores y timbres y a explorar todos sus límites.
La música de Beethoven –como toda música genial– es trascendente, su mensaje es eterno pero no atemporal, ya que en su propia gestación encontramos implícita la huella de su tiempo: el estilo. Espíritu y estilo son inherentes al conocimiento instrumental, formal e histórico en la consecución de cualquier interpretación significativa.
¿Qué supone entonces la modernización de los instrumentos realizada en la segunda mitad del siglo XIX y la utilización generalizada en nuestra época de cuerdas metálicas o artificiales (por oposición a las cuerdas de tripa) además del aumento considerable del número de músicos de la orquesta?
Es evidente que ha condicionado un cambio radical en la concepción de la técnica, del sonido, la afinación, los timbres, el equilibrio, la dinámica, la articulación, etc., y por todo ello, representa una evolución en la que las mejoras instrumentales pueden interferir en el libre desarrollo del propio espíritu de la música. En este sentido, puede parecer revolucionario el hecho de defender que la orquesta de Lully es diferente de la de Rameau, así como la de Bach lo es de la de Haydn, y también la de Beethoven de la de Mahler, etc. Sin querer discutir ni poner en duda la importancia y la legitimidad de cualquier interpretación con instrumentos modernos, negar dichas diferencias manteniendo un solo tipo de formación orquestal representaría un grave empobrecimiento.
Retorno a las fuentes históricas de la época de su creación
Así pues, esta grabación intenta situarse en el contexto histórico de su creación, sin renunciar por ello a los diferentes conceptos subjetivos propios de las ideas de Beethoven y de su tiempo. Consideramos que el hecho de valorar los elementos objetivos que constituyen las incidencias naturales de los instrumentos de época y de su técnica en la configuración del proceso de la interpretación musical pueden revolucionar nuestra percepción de un universo sonoro y estético inconmensurable.
Entre los elementos objetivos, es evidente que la utilización de un grupo de instrumentos con cuerdas de tripa (entre 10, 8, 6, 5, 3 para las sinfonías 1, 2 y 4, y 12, 10, 8, 6, 4 para las sinfonías 3, 5, 6 y 7, y 14, 12, 10, 8 y 5 por las sinfonías 8 te 9) tocados con la técnica y la articulación propias de los arcos de la época (anteriores al modelo Tourte) permite una mayor flexibilidad y contraste, indispensables para obtener la infinidad de matices que encontramos en la partitura de la Heroica. El sonido de la cuerda es más cálido y vibrante en los registros medios y graves, y más penetrante y agresivo en los agudos. Debido a la sensibilidad propia de la cuerda de tripa, las variadas formas de vibrato no son utilizadas como soporte continuado sino como elementos puntuales de apoyo expresivo.
La individualización del timbre, tan importante en la música de Beethoven, queda perfectamente contrastada entre la cuerda y los diferentes instrumentos de viento: la madera (flautas, oboes, clarinetes y fagots, todavía de madera y con una o dos claves adicionales), el metal (cuernos y trompetas naturales sin pistones), así como los tambores de membranas de piel y baquetas de madera dura. En general, los timbres y colores instrumentales de los vientos –a excepción de la flauta travesera– son más crudos, más directos y más brillantes, y por eso nunca se les sacrifica en beneficio de una sonoridad global más compacta, potente, rica o suave. La correspondencia de la articulación y de la potencia entre las cuerdas (32) y los diferentes instrumentos de viento (13) favorece a un equilibrio natural y una mejor definición de las diferentes intervenciones contrapuntísticas y dinámicas.
Al mismo tiempo, gracias a su afinación no temperada, se comprende mejor el sentido de las modulaciones –tan importantes en una música eminentemente tonal– por el endurecimiento de los acordes en tonalidades lejanas (tensión) y por la estabilidad en las tonalidades fundamentales (relajación).
La cuestión esencial del Tempo
Elemento objetivo y subjetivo a la vez, el tempo fue siempre para Beethoven una de las cuestiones primordiales en la interpretación. Schindler comenta en su biografía que «cuando se presentaba en público una obra suya, su primera pregunta era siempre la misma: ¿cómo han ido los tempi?». Es por eso que fue un gran entusiasta del metrónomo (inventado por Mäzel poco después de 1800), y en muchas de sus obras completó las indicaciones habituales del tempo –Allegro con brio, Allegro vivace, Allegro molto, etc.– con los correspondientes valores metronómicos. En 1817, el Allgemeine Musikalische Zeitung de Leipzig publica Los tempi de los movimientos de todas las sinfonías del Señor L. van Beethoven: si bien algunos de estos valores han sido discutidos, en el caso de la Sinfonía Heroica, los movimientos indicados –aunque bastante rápidos– parecen mayoritariamente posibles, siempre que se interpreten con la flexibilidad que exigen el propio discurso musical y las condiciones acústicas.
De esta flexibilidad, sin la cual no puede existir la más mínima expresión, nos habla Beethoven (también en 1817) cuando escribe, en el autógrafo del lied Nord oder Süd: «100 según Mäzel; pero esto solo puede aplicarse a los primeros compases, pues el sentimiento tiene su propio compás, que de otro modo no es posible expresar totalmente con este grado (100)».
El restablecimiento de los matices originales y la dimensión espiritual de la interpretación
Finalmente, en el ámbito ya plenamente subjetivo de la interpretación, especialmente en su perspectiva analítica, es también fundamental la forma de abordar las diversas soluciones relacionadas con la propia concepción de la articulación, del fraseo y de la realización de todos los matices e indicaciones dinámicas y agógicas, a partir de la percepción de las relaciones formales, rítmicas y tonales inherentes a la propia música; sin olvidar que una parte importante de la tensión dramática corresponde a las dificultades exigidas por una técnica que a menudo va más allá de las posibilidades habituales de la época.
En cuanto a la dimensión espiritual de la interpretación, entramos en la problemática más trascendente y difícil de definir: cómo recrear y profundizar las intenciones expresivas del compositor y comunicar a los oyentes el espíritu de la obra sin deformar o traicionar los elementos objetivos que la definen como tal.
Todos sabemos que Beethoven fue un improvisador genial; al mismo tiempo, la extraordinaria intensidad de sus obras en los bocetos nos muestra los esfuerzos enormes y obsesivos que hizo para conseguir que cada una de sus composiciones fuera lo más excelente posible. Por ello, la gran dificultad de su música radica probablemente en este frágil equilibrio entre la fuerza incontrolable de un Prometeo que lucha intuitivamente para llevar a los humanos un fuego divino y la consciencia de saber que por ello pagará el precio de ser encadenado a construir las formas de un arte, que solo serán liberadoras cuando puedan transformarse en «le plus beau lien des peuples les plus éloignés» (el lazo más bello entre los pueblos más lejanos). Carta 1080 de Beethoven a la Academia Real de Música de Estocolmo. Viena, 1 de marzo de 1823 (escrita en francés).
Jordi Savall
Bellaterra, 4 de enero
Ficha artística del concierto
LE CONCERT DES NATIONS
ACADEMIA BEETHOVEN 250
Jakob Lehmann concertino
Manfredo Kraemer asistente de concertino
Guadalupe Del Moral, Ricart Renart, Elisabet Bataller, Ignacio Ramal*, Ángela Moro*, Noyuri Hazama*, Andrej Kapor* y Sara Balasch* primeros violines Mauro Lopes jefe de segundos violines
Alba Roca, Santi Aubert, Kathleen Leidig, Gabriele Pro*, Victoria Melik*, Angelika Wirth* y Karolina Habalo* segundos violines
Éva Posvanecz jefa de violas
David Glidden, Giovanni De Rosa, Fumiko Morie*, Iván Sáez* y Núria Pujolràs* violas
Balázs Máté jefe de violonchelos
Antoine Ladrette, Jérôme Huille, Marc Alomar* y Dénes Karasszon* violonchelos
Xavier Puertas jefe de contrabajos
Michele Zeoli, Mariona Mateu* contrabajos
Marc Hantaï y Yi-Fen Chen flautas traveseras
Paolo Grazzi y Josep Domènech oboes
Francesco Spendolini y Joan Calabuig clarinetes
Josep Borràs y Joaquim Guerra fagots
Thomas Müller y Javier Bonet trompas
Jonathan Pia y René Maze trompetas
Pedro Estevan timbales
Luca Guglielmi asistent de dirección
JORDI SAVALL DIRECCIÓN
*Alumnos profesionales
COLABORADORES EN LA ACADEMIA (del 29 de abril al 4 de mayo de 2019): Alaia Ferran viola | Pablo Sosa y Luis Martínez flautas traveseras | Miriam Jorde y Olga Marulanda oboes | Lars Bausch trompa | Ana Nicolás timbales
Jordi Savall dona el tret de sortida a la seva primera integral de simfonies de Beethoven a L’Auditori
05-Jun-2019 – Aleix Palau