RICHARD WAGNER
(Leipzig 1813 - Venecia 1883)

Rienzi

OBERTURA DE LA ÓPERA

(1840) – Arreglos de Douglas McLain – 12’

SALVADOR BROTONS
(Barcelona 1959)

Concierto para violín y orquesta de vientos

(2022) – Estrena versión para orquesta de vientos – 18’

I. Allegro non troppo
II. Larghetto espressivo – Cadencia
III. Allegro robusto

PAUSA 20'

RICHARD WAGNER

Lohengrin

Preludio del tercer acto de la ópera

(1848) – Arreglos de Joan Lamote de Grignon -3′

RICHARD WAGNER

Los maestros cantores de Núremberg

Tres fragmentos del tercer acto de la ópera

(1868) – Arreglos de Theodore Dureau y Joan Lamote de Grignon adaptado por Eduardo Betes – 13’

Introducción al tercer acto
Danza de los aprendices
Desfilada de los maestros cantores

RICHARD WAGNER

Tannhäuser

Obertura de la ópera

(1843-45) – Arreglos de Carlo Balmelli – 14′

COMENTARIO

por Jacobo Zabalo

Antes de la revolución del espectáculo operístico, convertido en una forma de arte total que requería la plena atención del público, Richard Wagner compuso obras menos características de su lenguaje musical, pero aun así grandilocuentes, como Rienzi. Estrenada en 1840, y con una duración superior a lo habitual por entonces, se trata de una ópera poco representada actualmente, quizá siguiendo el dictamen de su artífice, que prácticamente renegó de ella –al no incluirla nunca en el Festival de Bayreuth–, y eso a pesar de que fue una de las más programadas en los últimos años de su vida. Sin embargo, Rienzi, que desde el punto de vista de la trama escenifica los enfrentamientos entre estamentos sociales en un contexto medieval, presenta motivos musicales de gran interés, como la intervención inicial de la trompeta –que en el tercer acto se reconocerá como el toque de guerra de la familia Colonna– o la llamada «melodía de la oración» de Rienzi, al principio del cuarto acto, que se convirtió en el aria más conocida, todo ello sin olvidar, por supuesto, la marcha militar con la que concluye la obertura, tan pegadiza como difícil de vincular al Wagner que trascendería.

Mucho más idiosincrática, en cambio, es la música que compuso casi treinta años después para Los maestros cantores. A pesar de que, como Rienzi, es de las pocas óperas que se basan en un espacio-tiempo históricamente identificable y no en un mundo mítico, la suntuosidad de las melodías, esta «constante invitación al arrebato y al abandono» –en palabras de Eugenio Trías, en El canto de las sirenas–, ya se puede intuir de forma desgarradora. En el tercer acto convergen reflexiones sobre estética musical y la historia de un amor con regusto de fábula, que tiene al poeta-zapatero Hans Sachs como protagonista. Y es que el libretista –el propio Richard Wagner– se inspiró en un relato procedente de la tradición popular, en este caso compilado por Jacob Grimm.

Por otra parte, la obertura de Tannhäuser, característicamente mayestática en su despegue, evoca los principales motivos de la ópera, en los que se desarrollarán enfrentamientos por cuestiones estéticas. El protagonista homónimo «siente, como tantos héroes y heroínas wagnerianos, verdadero espanto ante la condena de una existencia errante», explica Trías. La visita pecaminosa a Venusberg trastoca simbólicamente el statu quo artístico en la escenificación de una praxis –la del creador que rompe con los cánones, consciente del sufrimiento que esto supone– con la que el propio Wagner, factótum de sus producciones, se pudo sentir identificado.

Además de disfrutar con su propuesta, interpretada por la Banda Municipal de Barcelona bajo la dirección de Salvador Brotons, el concierto incluye una obra del maestro invitado que se estrenará en formato para orquesta de viento. El Concierto para violín de Brotons, que contará con la intervención de la polaca Kalina Macuta en el papel solista, mostrará ejemplarmente el diálogo con la tradición, así como la apuesta por una creatividad que busca expandir los horizontes sonoros.