CLARA SCHUMANN
(Leipzig 1819 – Frankfurt 1896)

ROMANZA N.º 1 PARA VIOLÍN Y PIANO, OP. 22

(1853) – 3′

ROBERT SCHUMANN
(Zwickau, Alemania 1810 – Bonn, Alemania 1856)

CUARTETO PARA PIANO EN MI B MAYOR, OP. 47

(1842) – 27′

Sostenuto assai — Allegro ma non troppo
Scherzo. Molto vivace
Andante cantabile
Finale. Vivace

PAUSA 15′

CLARA SCHUMANN

ROMANZA N.º 3, PARA VIOLÍN Y PIANO (ARR. VIOLONCHELO), OP. 22

(1853) – 3′

JOHANNES BRAHMS
(Hamburgo 1833 – Viena 1897)

CUARTETO PARA PIANO N.º 1 EN SOL MENOR, OP. 25

(1861) – 40′

Allegro
Intermezzo. Allegro ma non troppo — Trio. Animato
Andante con moto
Rondo all Zingarese. Presto

COMENTARIO

por Ana García Urcola

El programa de esta noche se abre con la obra cronológicamente intermedia, la Romanza para violín op. 22 n.º 1 de Clara Schumann, escrita en 1853, año del encuentro del matrimonio Schumann con Brahms, determinante para la producción y las vidas de los tres. Música integral formada con los mejores profesores e intérprete magistral de sus contemporáneos, fue también la pianista que estrenó los dos cuartetos que se interpretarán hoy. Aunque su carrera compositiva se vio mermada a causa de su vida doméstica, su calidad y dominio del lenguaje tanto armónico como idiomático en lo instrumental quedan patentes en todas sus partituras, lo que se aprecia en las dos romanzas op. 22, escritas para el violinista Joseph Joachim, segunda figura omnipresente en este programa como dedicatario o como colaborador de los compositores.

Catorce años después de componer su primera obra para esta formación, Schumann escribe este magistral Cuarteto con piano n.º 2 en ese fértil año de 1842 en el que toda su inspiración se volcó en la música de cámara. Tras terminar su Quinteto con piano se puso a la tarea como si de un mismo impulso hubiera concebido las dos obras. La inventiva temática de Schumann sirve en el primer movimiento para entrelazar las líneas de los cuatro instrumentos, mientras que un aire mendelssohniano que parece soplado por duendes inspira el scherzo. El andante constituye una de las páginas más inspiradas de Schumann con un tema inolvidable introducido por el violonchelo y retomado sucesivamente por todos a lo largo de las variaciones. Se cierra la obra con un originalísimo vivace de imposible clasificación que incluye un canon y una doble fuga.

El Cuarteto op. 25 es una obra de juventud de Brahms, que trabajó arduamente en él a lo largo de 1861, aunque ya había tocado junto a Joachim una primera versión en 1859. La partitura está impregnada de ese folclore húngaro que tanto estimaba. Así, en el primer movimiento, tras el tema inicial, una cantilena magiar es introducida por el violonchelo para dar paso a una danza húngara. En el intermezzo torna a las brumas del mar del Norte con un espíritu en el que se combinan misterio, lirismo y cierta agitación rítmica. El andante está concebido como un gran lied en tres partes, de las que la segunda es una marcha heroica, para volver a los aires húngaros en el rondó “alla zingarese” en el que, arrastrados por el ritmo, descubrimos la libertad formal y los contrastes de carácter con los que Brahms evoca esos temas gitanos.