MIGUEL DE JORGE ARTELES
(Lérida 1994)

PassBand

(2021) – 5'    

Obra encargo en el aula de composición de la ESMUC. Estreno mundial

HÉCTOR BERLIOZ
(La Côte-Saint-André, Francia, 1803 – París, 1869)

Simfonia fantàstica,  op. 14

(1830) – 55'

Instrumentación de Christiaan Janssen

I. Rêveries, passions (Sueños, pasiones)
II. Un bal (Un baile)
III. Scène aux champs (Escena en los campos)
IV. Marche au supplice (Marcha hacia el cadalso)
V. Songe d'une nuit du sabbat (Sueño de una noche de sabbat)

COMENTARIO

por Xavier Chavarria

El concierto de hoy se abre con un estreno del compositor Miquel de Jorge Artells (Lleida, 1994), una obra breve que fue encargada por el Aula de Composición de la ESMUC. Se titula PassBand y está basada en la interpretación e improvisación de música por medios electrónicos y sintetizadores, con la idea de imitar ciertos elementos del sonido procesado electrónicamente, pero interpretado íntegramente con los instrumentos de una banda sinfónica. De Jorge investigó sonidos y texturas electrónicas como la reverberación, el delay y la oscilación que, combinados con acordes arpegiados y obstinados, acaban estableciendo un discurso musical fascinante. La obra tiene dos partes: en la primera, de un fuertísimo componente rítmico, toda la maquinaria se pone en marcha paulatinamente y se va acelerando; en la segunda, sin dejar de lado la pulsación constante, juega con texturas más armónicas y nos lleva hacia una atmósfera politonal que concluye la obra con un final brillante en el que se fusionan todos los elementos de la obra. La música del futuro... ¡que ya está aquí! Y nosotros somos testigos.

Romper las convenciones establecidas, desafiar la tradición y dar un paso adelante hacia un nuevo mundo creativo y artístico también fueron la voluntad de Hector Berlioz cuando compuso la obra que escucharemos a continuación, la Sinfonía fantástica; una obra descomunal que no es solo el manifiesto fundacional de la música programática y la génesis de la instrumentación orquestal moderna, sino también el primer retrato musical que un autor hace de sí mismo a través de la música, de su personalidad como artista y como ser humano, de sus problemas sentimentales y de los sufrimientos y sacrificios que le acarrea la creación artística. Es una confesión en toda regla que nunca antes nadie se había atrevido a hacer, y que escandalizó a gran parte de la sociedad parisina de la época.

La Sinfonía fantástica es la primera sinfonía de la historia que, más allá de una simple evocación o descripción general, sigue un programa dramático detallado. Una obra que se desmarca de la tradición, y dotada de un aliento de libertad, revolución y originalidad que son todo un símbolo del espíritu romántico. De hecho, es estrictamente coetánea de obras visionarias, estandartes del Romanticismo en Francia: el mismo año en que se estrenó, en 1830, Victor Hugo presentaba Hernani, Stendhal publicaba Rojo y negro y Delacroix pintaba la icónica Libertad guiando al pueblo. La Fantástica es un inmenso retablo sinfónico estructurado en cinco movimientos, con un trasfondo argumental creado por el mismo Berlioz y que remite a su propia vivencia de un amor convulso y no correspondido.

Es, por lo tanto, una obra musical que muestra la efervescencia creativa y la arrebatada inspiración de un autor muy joven, que expresa su pasión desenfrenada por una actriz irlandesa, Harriet Smithson, de la que se había enamorado locamente tres años atrás al verla interpretar el papel de Ofelia en Hamlet, de Shakespeare, en el teatro Odéon de París. Este es el punto de partida de esta obra que describe minuciosamente la obsesión del joven Berlioz por aquella actriz fascinante y magnética, pero también altiva y desdeñosa, que no le hacía ningún caso.

Berlioz consideraba esta obra un drama instrumental y no una sinfonía, la tituló Episodio de la vida de un artista y pidió que el día del estreno se repartiera entre el público un texto que explicaba detalladamente las peripecias de su héroe, "un joven músico de sensibilidad enfermiza y de imaginación ardiente" que se identifica claramente con el propio autor. Una obra llena de imágenes que van desde la evocación lírica de la naturaleza a la visión terrorífica de la guillotina, a la de un baile sobrenatural, de una tormenta oa las alucinaciones de un fumador de opio: todo tiene su transcripción sonora a través de efectos innovadores como el uso de campanas, los truenos de los timbales, el uso significativo del arpa (¡Beethoven ni siquiera existe!) o la ubicación de instrumentos entre bastidores, escondidos del público. Nunca antes se habían utilizado estos recursos sonoros con tanta audacia.

El estreno tuvo lugar en el Conservatorio de París el 5 de diciembre de 1830 bajo la dirección de François Habeneck. El éxito fue apoteósico y en la sala estaba un jovencísimo Franz Liszt que quedó impactado por aquella obra tan ambiciosa y revolucionaria.

Con la Sinfonía fantástica, Berlioz abrió un nuevo camino y consolidó un tratamiento orquestal revolucionario e innovador en cuanto a forma, color orquestal, texturas sonoras e inflexiones rítmicas que otros sinfonistas del XIX, como Liszt, Wagner o Mahler, llevaron al extremo.

Y, por cierto, la historia de amor que inflamó la Fantástica acabó como el rosario de la aurora. El músico y la actriz se casaron en 1833 (con Heinrich Heine y Franz Liszt como testigos del enlace), pero la unión fue un fracaso rotundo lleno de peleas y celos, y al cabo de diez años se separaron definitivamente. La sinfonía, sin embargo, ha quedado para la historia.