JERUSALÉN ABANDONADA: LAMENTACIONES DE LOS SIGLOS XVI Y XVII HISPÁNICOS

 

TOMÁS LUIS DE VICTORIA
(Ávila 1548 – Madrid 1611)

Lamentación II del Jueves Santo:

Vau. Et egressus est, a 4

 

Lamentación III del Jueves Santo:

Iod. Manum suam, a 6

 

Lamentación III de Sábado Santo:

Incipit oratio Ieremiae. Recordare, Domine, a 8

 

Clamor del alma I:

Versa est in luctum, a 6

 

 

MANUEL CARDOSO
(Fronteira, Portugal 1566 – Lisboa, 1650)

Lamentación II del Jueves Santo:

Voz. Te egresus este, a 6

 

Clamor del alma II:

Sitivit anima mea, a 6

 

 

ALONSO LOBO
(Osuna 1555 – Sevilla 1617)

Lamentación I de Sábado Santo:

De lamentatione Ieremiae Prophetae. Heth. Misericordiae Domini, a 6

 

Clamor del alma III:

Versa est in luctum, a 6

 

 

PEDRO RUIMONTE
(Zaragoza 1565 – 1627)

Lamentación I de Sábado Santo:

Heth. Misericordiae Domini, a 6

 

Lamentación III de Sábado Santo:

Incipit oratio Ieremiae. Recordare, Domine, a 8

 

Clamor del alma IV:

De profundis / Sustinuit anima mea (segunda parte), a 7

                                                                                      

La duración aproximada del concierto es de 75 minutos

 

FUENTES DE LAS LAMENTACIONES:
Tomás Luis de Victoria, Officium Hebdomadae Sanctae, Roma, Basae, 1585
Manuel Cardoso, Livro de varios motetes, officio da semana santa e outras cousas, Lisboa, Pedro Craesbeck, 1648
Alonso Lobo, Lectio I in Officio Tenebrarum (E-Sc, secc. X, Libro de polifonía 14]
Pedro Ruimonte, Lamentaciones Hieremiae Prophetae (E-ALB)

LA GRANDE CHAPELLE:

Barbora Kabtkova, soprano

Axelle Bernage, soprano

Gabriel Díaz Cuesta, contratenor

David Sagastume, contratenor

Ferran Mitjans, tenor

Tore Denys, tenor

Ulfried Staber, bajo-barítono

Marc Busnel, bajo-barítono

 

ALBERT RECASENS, DIRECCIÓN
COMENTARIO

por Sergi Zauner

El Libro de las Lamentaciones, atribuido a Jeremías dentro del Antiguo Testamento, recoge un testimonio de la destrucción que en el año 587 a. C. sufrió Jerusalén a manos de tropas invasoras. Se trata de un testimonio milenario, pero su mensaje trasciende el tiempo histórico: es el llanto que surge de la desolación y el abatimiento que, ayer como hoy, resultan del odio y la guerra. La tradición cristiana vinculó las Lamentaciones a la conmemoración del sacrificio de Cristo y, hasta el siglo pasado, se cantaban en el Oficio de Tinieblas los Miércoles, Jueves y Viernes Santos. Las situó, así, en un lugar preeminente del calendario y del imaginario colectivo, un ejercicio logrado de sincretismo que, con el tiempo, se tradujo en una rica práctica musical. En época medieval, las Lamentaciones ya recibían una atención especial por parte de cantores y músicos. Hacia 1600, componer y dirigir Lamentaciones formaba parte de las obligaciones habituales de cualquier maestro de capilla. Albert Recasens y la Grande Chapelle nos proponen trasladarnos a aquellos años y explorar, a través de obras de polifonistas destacados, la lectura musical que el Siglo de Oro hispánico hizo de la conmovedora voz del profeta.

Tomás Luis de Victoria (†1611), Alonso Lobo (†1617), Pedro de Ruimonte (†1627) y Manuel Cardoso (†1650) siguieron trayectorias profesionales diferentes, pero todos ocuparon cargos en importantes centros eclesiásticos y cortesanos. Por tanto, sabemos que en vida fueron muy apreciados. Hoy recordaremos hasta qué punto su destreza desafía el paso del tiempo, hasta qué punto su sensibilidad todavía es capaz de conmovernos. Las Lamentaciones de los cuatro autores, si bien cada una con su impronta personal, hablan un lenguaje común, el de aquel stile antico forjado en el siglo xvi que en tierras hispánicas siguió siendo un componente sonoro habitual de la liturgia durante toda la centuria siguiente. Sin embargo, coinciden en reproducir rasgos idiosincráticos del género, que son deudores de la fuente de donde provienen los textos (es el caso de la curiosa presencia de las letras del alfabeto hebreo) o bien de la función litúrgica del género. En esta ocasión, el lamento del profeta se verá librado de esta función. La Grande Chapelle nos interpretará una selección de Lamentaciones hecha con criterios artísticos, que además alternará con obras ajenas a la Semana Santa, música de los propios compositores pero escrita para la liturgia de difuntos. Con estos 'clamores del alma', se unirá a la voz de Jeremías el recuerdo simbólico de la muerte, evocando así la vertiente más desgarradora de su testimonio.

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