Thomas Adès, Cassandra Miller, Joan Magrané y Bernat Vivancos
Dos de los autores catalanes con más proyección internacional son los protagonistas de una temporada que cuenta con la voz como escaparate privilegiado.
Joan Magrané (Reus, 1988) ha sido recientemente compositor residente en las principales instituciones del país. Su música se arraiga en los fundamentos de la tradición cultural occidental y, en particular, en el universo de la polifonía renacentista. La arquitectura intrincada de la música de Josquin Des Prez o de Orlando di Lasso es uno de los puntos de partida de una concepción musical que trabaja el contrapunto como elemento esencial. El resultado es una sonoridad diáfana, exenta de elementos superfluos, de expresión contenida y de profundidad geométrica. Un vocabulario lleno de figuras sugerentes, minuciosamente cargado de sentido al estilo del madrigalismo del Seicento, hace que el oficio del compositor, en el caso de Magrané, se aproxime radicalmente a la escritura y a la escansión del poeta. No es casual que la poesía sea una de las fuentes que nutre su obra: es constante la presencia de Ausiàs March, Pere Gimferrer o Francesc Garriga, ya sea como materia prima textual para embastar un lienzo sonoro o como compañera de vigilia. Del mismo modo, la referencia a los universos pictóricos de Dürer, Piero della Francesca, Miró o Fortuny está presente a lo largo de su trayectoria.
La estancia de Magrané en L’Auditori incluye la presentación en Cataluña de Obreda para orquesta, así como la presentación de Post dies octo con el Coro Joven Nacional de Cataluña y el estreno de dos encargos de la mano de la OBC con el Coro de L’Auditori y del prestigioso conjunto Graindelavoix.
Entre la luminosidad y la ascesis, la música de Bernat Vivancos (Barcelona, 1973) es una síntesis de la tradición vocal de índole religiosa y la sonoridad actual. Profundamente vinculado a la Escolanía de Montserrat, la huella de la experiencia en el monasterio ha marcado una trayectoria que, después de pasar por el Conservatorio Superior de Música de París y por las enseñanzas de Lasse Thoresen en Oslo, ha cristalizado en una voz única e inconfundible. En su producción, confluyen trazos de la música modal de diversas tradiciones vocales occidentales y la búsqueda de una armonía viva y resplandeciente, de inspiración espectral. La naturaleza, la presencia sonora de la fe y, en definitiva, la belleza son los puntales que sostienen un mundo musical particular, poderosamente humano y flamante, cercano y universal. A lo largo de esta temporada, ocho obras del autor –cinco de ellas en primicia absoluta– permiten acceder a uno de los universos sonoros más fascinantes de la actualidad.
Esta temporada también tiene lugar la clausura del retrato iniciado el año pasado a dos voces muy singulares del panorama internacional: Cassandra Miller y Thomas Adès.
La música de la compositora canadiense Cassandra Miller –una búsqueda constante sobre las posibilidades de reelaboración del material existente– es un abanico inagotable de préstamos que impulsa un proceso de composición que disuelve las referencias y los contornos. Tracery, Bel canto o Traveller Song son trabajos precisos de dilución a partir de músicas vocales grabadas.
Thomas Adès se enmarca dentro de la característica huella ecléctica y heterodoxa inglesa. La panorámica de su invitación a L’Auditori acaba, por una parte, con el estreno de Märchentänze, concierto para violín y orquesta, encargado conjuntamente por L’Auditori, la Finnish Radio Symphony Orchestra, la Danish National Symphony Orchestra y la Göteborgs Symfoniker, y por la otra, con la presentación de Winterreise de Franz Schubert con el tenor Ian Bostridge.
Jordi Alomar
Compositores invitados 21-22
